El origen prerromano de Arva es patente por la cerámica ibero-púnica pintada y campaniense de imitación. Pero será en época romana cuando se convierta en centro productor de ánforas de aceite y tiene la necesidad de crear un portus, que fue descubierto en 1890 en el flanco de la colina. Las marcas son abundantes y confirman una producción considerable. Los fabricantes estarían sin duda agrupados en corporación, siendo algunos célebres. Por ejemplo, se puede citar QFF o QFR, marca del taller de Flavius Charisianus, hijo de Quinto Fuilvius Rusticus, patrón y pontífice de Arva.
Las marcas que encontró el famoso arqueólogo e historiador Bonsor, vecino de Carmona y Mairena del Alcor, fueron halladas en una zanja abierta al pie de la colina para la construcción del camino de Lora del Río. La cronología de las marcas de ánfora va del siglo I al III d. C., según la datación del Testaccio. No obstante, el descubrimiento de tumbas tardías prolonga la vida del poblado hasta el siglo IV d. C. En superficie se ha descubierto material cerámico íbero púnico pintada, ibérica, campaniense, aretina, sudgálica, hispánica, clara A, C y D, así como estampillada.
Excavaciones efectuadas en 1987 pusieron al descubierto gran parte de unas termas monumentales de las que sólo eran visibles el remate de sus grandes bóvedas de opus caementicium. Las termas se construyeron aprovechando la pendiente de la colina, por lo que se dispone en dos niveles de habitación, con una diferencia de unos 6 m de altura. Este edificio muestra huellas de un saqueo sistemático desde la antigüedad, habiendo desaparecido la mayor parte de los sillares de sus muros y el revestimiento de mármol. Por otro lado, se ha detectado un importante asentamiento ibérico anterior a la fundación romana. Texto extraido de https://www.turismosevilla.org/es/que-ver-y-hacer/patrimonio/monumentos/ciudad-romana-de-arva